Una de las alegrías del cuidado infantil en familia es el tiempo que los proveedores pueden pasar con los niños a su cargo, y el crecimiento que se produce en esos años.
Esto también significa que los proveedores deben ser adaptables y estar dispuestos a cambiar su programa junto con los niños.
Comunicarse con las familias en el momento de la inscripción y comprobar periódicamente cuándo y cuánto tiempo duermen los niños, con qué frecuencia comen y cuál es su estado cuando llegan a casa (¿excesivamente cansados? ¿despiertos hasta las 11?) puede ayudar a informar sobre las rutinas a medida que los niños crecen.
Por supuesto, en grupos de edades mixtas, es muy probable que haya niños que tengan necesidades aparentemente contradictorias al mismo tiempo.
¿Cómo puede un proveedor ofrecer a un preescolar activo un tiempo adecuado al aire libre, al tiempo que alimenta a los bebés cuando tienen hambre, y atiende las necesidades de aseo y cambio de pañales a medida que surgen?
Hay tres cosas que hay que tener en cuenta para equilibrarlo todo (¡la mayoría de los días!):

  1. Preparación: La construcción de la rutina debe basarse en la comunicación con las familias sobre las necesidades de los niños pequeños, así como en las propias observaciones del proveedor.
    No sólo debe tenerse en cuenta a cada niño como individuo, sino que el grupo en su conjunto sirve como otra perspectiva a considerar.
    Cada vez que cambie la composición del grupo, es muy probable que también lo haga alguna parte de la rutina.
  2. Equipamiento: Lo ideal es que haya espacios interiores y exteriores para jugar activa y tranquilamente, descansar y comer.
    Por supuesto, el espacio puede ser escaso en cualquier guardería, así que la adaptabilidad es clave.
    ¿Puede una caja impermeable con pañales, toallitas, papel de mesa para pañales, jabón y toallitas de papel vivir cerca de la manguera del jardín?
  3. Flexibilidad: no dejes que el reloj te estrese, es un punto de referencia, no tu jefe.
    Si los niños están contentos jugando, ¡no dejes que el reloj te diga a ti o a ellos que es hora de parar!
    Por el contrario, si algunos están claramente cansados y hambrientos, no dudes en mover el tiempo de comida y descanso en consecuencia.
    Aunque muchos estados tienen normativas que obligan a alimentar a los niños y a darles siestas en un horario muy individualizado, no pasa nada por dejar que un niño cansado descanse o que un niño hambriento tome un vaso de leche u otro tentempié fuera de las horas de comida programadas.

Para reflexionar: ¿Qué momentos del día son los más difíciles para satisfacer las necesidades de todos?
¿Qué te ayudaría a colaborar con las familias en torno a la necesidad de rutina de los niños?